Desmitificación de los trasplantes de riñón y el como afectan la vida del donante
Muchas personas conocen acerca de las operaciones de trasplantes de órganos, siendo las mas sonadas las de hígado, riñón o medula ósea, dependiendo del entorno o la situación de la familia, ya sea por su nivel económico social o por antecedentes médicos familiares, o simplemente por una ocurrencia en una conversación momentánea.
Esto lleva a que, para millones de personas que padecen insuficiencia renal, la posibilidad de recibir un riñón de un donante vivo representa la mejor opción disponible para prolongar y mejorar significativamente su calidad de vida. Sin embargo, la desinformación y los mitos continúan sembrando dudas sobre este procedimiento vital.

En esta ocasión, mediante expertos de Mayo Clinic están trabajando activamente para desmitificar las creencias más comunes sobre la donación de riñón en vida, enfatizando que este acto altruista no solo proporciona una segunda oportunidad a los receptores, sino que también tiene resultados muy positivos para la salud a largo plazo de los donantes.
Uno de los resultados más notables revelados por estudios es que la donación de un riñón no reduce la esperanza de vida del donante. De hecho, los datos sugieren que los donantes de riñón tienden a vivir más tiempo que la población general.
La Dra. Shennen Mao, cirujana de trasplante en Mayo Clinic en Jacksonville, Florida, explica esta tendencia positiva: “Los donantes de riñón se someten a un examen riguroso antes de la donación, y los aceptados como donantes generalmente son más saludables que la población general, inicialmente. Estas personas a menudo continúan adoptando estilos de vida saludables después de la donación, lo que puede llevarlas a una mayor esperanza de vida”.
Adicionalmente de la longevidad, la recuperación postoperatoria permite a los donantes retomar rápidamente sus rutinas: En la mayoría de los casos, los donantes pueden regresar a sus actividades normales de cuatro a seis semanas después de la cirugía, muchos donantes vuelven a sus pasatiempos previos a la donación, como correr, andar en bicicleta y nadar, la mayoría de las cirugías se realizan mediante un procedimiento laparoscópico con incisiones pequeñas, e incluso la cirugía robótica mínimamente invasiva es una opción, lo que reduce el tiempo de recuperación.
En primer lugar, con respecto a la salud y elegibilidad, aunque es fundamental que los donantes tengan buena salud, no se requiere que estén en “perfectas condiciones”. De hecho, algunos donantes potenciales que tienen presión arterial alta controlada o diabetes tipo 2 pueden ser elegibles. El requisito de edad establece que los donantes deben tener al menos 18 años, pero no existe un límite de edad máximo para la donación de riñón. A todos los posibles donantes se les realiza una evaluación completa y rigurosa, tanto médica como psicológica, independientemente de su edad, para asegurar que son candidatos adecuados.
En segundo lugar, respecto a la compatibilidad y relación, se desmiente el mito de que es necesario ser pariente, ya que cualquiera puede ser un donante de riñón vivo. Los donantes pueden elegir donar a un pariente, amigo, conocido, o realizar una donación de forma anónima a una persona en la lista de espera. Si un donante potencial no es la mejor opción para el receptor deseado, se puede recurrir a la donación pareada, donde los donantes y receptores se combinan con otros para crear una cadena renal. Las personas que desean donar sin tener un receptor específico en mente pueden optar por la donación no dirigida.
Finalmente, aunque la evaluación rigurosa tiene como fin la seguridad, es importante tener en cuenta que, al igual que con cualquier cirugía, existen riesgos, por lo que es esencial que los posibles donantes los discutan en detalle con su equipo de atención médica, dado que en ocasiones se necesitan trasplantes de emergencia, estas evaluaciones a menudo pueden completarse en un solo día.
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